jueves, 18 de diciembre de 2008

Una orquesta...


A veces sucede que el sonido de la pandereta suena estridente, repetitivo y, claro, cansa. Y lo que debería ser festivo se convierte en fastidio.
Las personas, a veces, también podemos sonar como panderetas.
Os diré lo que es, para mi, sonar como panderetas.
Es hablar sin escuchar.
Es adular.
Es anteponer el YO al tú, al él o ella, al nosotr@s, al vosotr@s y a ellos o ellas.
Es buscar “rendimiento e intereses” en nuestras relaciones.
Es ocultar las estrellas que son los demás.
Es no querer ver, mirar y disfrutar de lo que está ahí, que también es importante.
Es hacer ruido porque la letra no tiene contenido.
Es pensar que la alegría está en la fiesta.
Es creer que el ombligo es la parte más importante del cuerpo.
Es poner etiquetas a todo lo que tenemos.
Es usar tópicos para justificar nuestra ignorancia.
Es ser como elefantes pisando flores.
Es …matar la música.

Es cierto, las panderetas puede que sean necesarias a veces, pero no como único instrumento de la “orquesta”.
Yo prefiero a los pianos ,a los violines, a las trompetas, a las flautas…
Bueno, en realidad, lo que a mi me encanta oír es a la orquesta completa, con armonía, con sensibilidad y con “todos para uno, uno para todos”.

Que tengamos un buen día, y no sonemos mucho como panderetas.