Ayer hablaba con una amiga de lo que cuesta asimilar la muerte de una madre, de un marido…hay que acostumbrarse a su ausencia, cuesta, y mucho y quizás nuestra vida nunca sea ya la misma…
El duelo es todo un proceso… el dolor desgarrado, la sensación de pérdida y desamparo es tan grande que da la sensación que estás inmersa en un terrorífico sueño… te escondes detrás de múltiple actividad, todo, menos pensar…pero no podemos escapar … el sufrimiento, la impotencia, la tristeza, el vacío, la pena infinita y hasta la desesperación va contigo a donde quiera que vayas…
Puedes enfadarte con el mundo, incluso puedes compadecerte de ti misma… pero el dolor no cesa, así que, o encuentras los recursos para seguir viviéndolo con cierta dulzura y paz o te vuelves loc@... Buscas la forma de seguir arañando retazos de tranquilidad recreándote en los recuerdos, asumiendo que ya sólo podrás abrazar a lo que te han legado, a lo que está dentro de ti, a lo que nadie te podrá robar ya.
Aprendes a reorganizarte la vida de otra manera y aprendes a soñar otras metas y quehaceres.
El tiempo, el cariño y paciencia de los tuyos, el deseo de seguir viviendo en las mejores condiciones posibles te van dando bastones en el que apoyarte.
Hace tiempo que escribía esto:
“
Dicen que: el tiempo todo lo cura…
Creo yo que…
El tiempo mitiga,
el tiempo dulcifica,
el tiempo tranquiliza,
el tiempo habitúa ,
el tiempo madura…
Pero el tiempo no cura.
Dicen que: tiempo pasado, jamás tornado…
Y no sé yo…
No pasan los recuerdos,
No pasa lo vivido,
No pasa lo soñado,
No, no sólo es NO a “tiempo pasado, jamás tornado”,
Es que no se ha ido y… nuestro es el pasado.”
Y así hay que ir forjándolo…a veces sonríes, a veces ríes, a veces gimes, a veces lloras sin o con lágrimas… y siempre buscas la felicidad en lo pequeño y cotidiano. Ya nada es lo mismo.
Os dejaré un poema de un poeta argentino:
Transferencia
Después de todo, la muerte es una gran farsante.
La muerte miente cuando anuncia que se robará la vida,
como si se pudiera cortar la primavera.
Porque al final de cuentas,
la muerte sólo puede robarnos el tiempo,
las oportunidades de sonreír,
de comer una manzana,
de decir algún discurso,
de pisar el suelo que se ama,
de encender el amor de cada día.
De dar la mano, de tocar la guitarra,
de transitar la esperanza..
Sólo nos cambia los espacios.
Los lugares donde extender el cuerpo,
bailar bajo la luna o cruzar a nado un río.
Habitar una cama, llegar a otra vereda,
sentarse en una rama,
descolgarse cantando de todas las ventanas.
Eso puede hacer la muerte.
¿Pero robar la vida?... Robar la vida no puede.
No puede concretar esa farsa… porque la vida…
La vida es una antorcha que va de mano en mano,
de hombre a hombre, de semilla en semilla,
una transferencia que no tiene regreso,
un infinito viaje hacia el futuro,
como una luz que aparta
irremediablemente las tinieblas.
Hamlet Lima Quintana
Le escribía a mi amiga que la muerte puede llevarse algunas cosas de quien queremos, pero no nos lo pueden robar, porque siguen estando dentro de nosotros.
Y así tenemos que disfrutarlos.
Hoy más que nunca un abrazo grande y los besos que necesites Mª Jesús.