domingo, 4 de enero de 2009

Para completar el día...

Para completar el día ...

Más recuerdos...


Esta mañana he hecho el esfuerzo de recordar y he revivido situaciones y emociones, no ha sido fácil pero ha sido como un exorcismo … y esta tarde he recordado un truco que he tenido durante años…, cuando la congoja me apretaba el corazón recurría a una película de las de llorar mucho, lo hacía, pero no tenía la sensación que lloraba por mi, el drama de otros hacía que me olvidara de mi misma… y así iba dejando en el camino parte de mi pena, o al menos eso creía yo.
Las ganas que yo tenía de seguir en las mejores condiciones posibles y la mucha ayuda que he recibido han ido dulcificando mi dolor, mi recuerdo y mi soledad.
La vida a veces no es justa, da palos que nadie se merece… pero lo asumes o te hundes en tus propias miserias.
Cuando el agua de la crecida amenazaba mi casa, pasó por mi cabeza, un solo instante, el dejarme ir y que el agua me llevara… pero el hecho de pensarlo hizo que me sintiera un ser injusto y mezquino… no debería ni pensarlo… sería muy cruel para quienes me quieren y sobre todo para mis padres, ya bastante estaban sufriendo para que yo aumentara su dolor y desesperación. Cuando reaccioné, me prometí a mi misma que nunca más me dejaría llevar por la angustia.
Empecé a querer compartir más tiempos y espacios con mi madre y con mi padre, hasta ese momento me costaba mucho hacerlo, porque intentaba con tanta fuerza aparentar normalidad y tranquilidad ante ellos, que luego, al llegar a casa me hartaba de llorar y acababa con dolores musculares de tanta contención emocional. Era una ingenua pensando que podía engañarlos…
En el mes de Febrero del 2001 por obligación laboral tuve que desplazarme a Zamora, cinco o seis días, era un curso de formación, pude negarme… pero no lo hice, sabía que al llegar y pasear por sus calles me traería muchos recuerdos y emociones a la memoria, porque nuestras última Semana Santa juntos habíamos estado allí disfrutando. Me enfrenté a ese miedo y regresé a mi casa fortalecida.
Cada paso que daba me daba alas para seguir dando más.
Yo no soy creyente, pero mi marido tenía dudas sobre su fe, así que … he permitido seguir los rituales católicos en caso de muerte, desde el sacramento de la unción a múltiples misas funerales…y en todos ellos he estado, sé que a él le gustaría mi valentía. Y cuando se cumplía un año de su muerte dejé que organizaran una misa funeral, con una única condición, que no se anunciara, que quien acudiese lo hiciera solamente por cariño y no por compromiso social. Pero durante una semana el teléfono no cesaba de sonar, preguntaban como estaba yo … a la tercera llamada recibida yo ya me negaba a cogerlo, así que, o Fernando o quien estuviese en casa eran los encargados de responder. Llegó el día y estaban tod@s los que quisieron estar, eran much@s y me reconfortó el alma comprobar que era tan querido. Eso quedaba, el cariño, el recuerdo y el respeto.
Mis primeras vacaciones de verano sin él, les tenía pánico… no sabía si me quedan muchas fuerzas… los primeros quince días de Julio apenas salía de casa, lo justo para ir a la compra, ni siquiera iba a caminar… hasta que una noche, cansada de autocompadecerme y viendo el daño que me estaba haciendo, di un salto bajándome del sofá y me lancé a la calle… retomé mis largas caminatas… no me importaba la hora, simplemente hacía lo que necesitaba para sentirme mejor. Liberaba congojas y a la vez me hacía más fuerte.
Otra decisión en la que he acertado ha sido cuando, a los tres años, le pedí a mi sobrino Fernando que ya era hora de que hiciese su vida, que abandonase mi casa… me costó mucho, era mi compañía, mi confidente, mi responsabilidad… por él hacía muchos esfuerzos que quizás sin estar él no haría. Me estaba apegando tanto a su compañía que empecé a dudar de si era justo que estuviese conmigo, y si soportaría otra pérdida cuando él decidiera irse a hacer su vida. No dejé pasar el tiempo… me enfrenté también a ese miedo. Comencé a vivir sola. Lo añoré mucho… pero me hice más fuerte y asumí totalmente mi soledad. Hoy la disfruto.
Viajar o irme de vacaciones ya no es lo mismo, pero lo hago. Ya nada es lo mismo, así que no puede ser una disculpa para no salir de mi casa. Ya que vivo, quiero hacerlo en las mejores condiciones, busco constantemente la felicidad en las pequeñas cosas que tengo, no me recreo en lo que no tengo.
Estoy segura que he conservado la salud mental por mi actitud positiva y de esfuerzo constante.
Ya no os contaré nada más por hoy… pero seguro que retomaré mis recuerdos en otro momento.
Perdonadme…

Asumir y enfrentarse a la pérdida


Hoy hablaré del dolor de la pérdida de un ser al que amas.
El post de mi amiga María y algo que hablamos estos días me ha ayudado a tomar la decisión de contar mi experiencia, ojalá te valga de algo y poco a poco te liberes de tu angustia…
La pérdida es tan dolorosa e insoportable que parece que te quema el alma, sientes que tú también mueres un poco o un mucho… por eso hay que enfrentarse a ella lo antes posible para no prolongar la agonía…
Hay que pensar en la gente que nos quiere y en nosotros mismos…tenemos que sanearnos y cuidar a los que quedan.
Después de la muerte de mi marido, mi gran temor era a volverme loca, a aislarme, a hacerme una resentida o simplemente a autocompadecerme.
Era Agosto del 2000, concretamente el día 7…así que estaba de vacaciones hasta el 1 de septiembre… tenía tiempo… lo primero que hice es repartir sus cosas según lo que yo creía que a él le gustaría y a la vez sentía que repartía trocitos de su alma.
Pasee toda mi ciudad, una y otra vez, tenía que enfrentarme a los recuerdos que cada esquina me traía, tenía que normalizarlo, pasar la primera vez era angustioso, no podía controlar el llanto y llegaba a casa agotada y tensionada… pero al día siguiente volvía a lo mismo… me costó una semana de ejercicio el poder asumir que él ya no me acompañaría más… los lugares no son nada, lo importante es lo vivido, los recuerdos, y eso siempre los tendría.
A finales de agosto operaron de apendicitis a uno de mis sobrinos, mi familia no quería que fuese a visitarlo por lo que supondría de trastorno emocional enfrentarme al lugar donde se había desencadenado el principio del fin. Pero fui, y nada de ascensores… es cierto, la primera vez que pasé por la planta de la UVI casi me desmayo del dolor, pero subí y bajé tantas veces hasta que he sido capaz de olvidarme en que planta estaba…eso sí, acabé con tantas agujetas que duraron semanas.
Estas agujetas, sumadas a muchas otras duraron más de un año. Dormía apenas nada, me refugiaba en mi trabajo y ahora que lo pienso, no entiendo como mi cuerpo y mi mente lo han soportado. Pero me ha hecho fuerte.
He estado tres años sin poder escuchar música, todo me hacía referencia a él y no quería pasarme el día llorando… era algo que tenía pendiente todavía… pero un día, aprovechando que estaba sola en casa, empecé a escucharla, lloré mucho… pero a medida que lloraba iba liberando mi angustia e iba asumiendo mi soledad.
Hay algo que todavía no he recuperado, ir al cine sola, lo he intentado, pero la vez que lo he hecho he sentido tanta ansiedad y me he encontrado tan ahogada que salí de la sala y no he vuelto. Pero volveré a hacerlo, aunque solo sea para demostrarme que sí puedo .
Llega Diciembre… y empieza con una riada , el agua entra en mi jardín y tal y como se desencadenaban las cosas creía que perdería mi casa, pero no… no ha tocado a la casa, hay cuatro escalones para subir al porche, y el agua se ha quedado en el tercero.
Llegan las Navidades, y yo le tenía mucho miedo… me apetecía quedarme dormida y despertarme en Enero… no quería reuniones familiares y todas esas cosas… pero no he podido convencer a mi familia, y ante la posibilidad de que desembarcaran todos en mi casa me fui a la de mis padres, cenamos y de alguna manera marcamos lo que serían las siguientes, con naturalidad hablamos de quien faltaba, la emoción estaba en el ambiente. Aquella noche dormí mucho, estoy convencida que en algún momento alguien me echó una pastilla o lo que fuese para dormir, Fernando, mi sobrino el mayor , se acostó conmigo, me gastó un sinfín de bromas… pero no recuerdo mucho más.
A veces pienso en como serían las cosas sin aquellos grandes esfuerzos… es cierto, he estado meses y meses somatizando en alergias cutáneas de tipo emocional… pero todo eso ya ha pasado…
He escrito mucho, pero lo rompía todo o lo quemaba… me daba pudor… pero hace poco he decidido que no romperé nada más y noto que la liberación es mayor.
Se me quedan muchas emociones y cosas en el tintero… pero por hoy ya es suficiente, un día quizás os cuente como ha sido el “momento” de enfrentarme a lo irreversible, a saber que se iba.
Perdonad este post, pero María necesita saber que tiene que asumir la pérdida física de su madre, que tiene que retomar el disfrutar de los lugares compartidos con ella, que quizás, si los ve como un refugio de paz los miedos se irán marchando. Y saboreará los recuerdos que nunca se irán.