martes, 24 de febrero de 2009

Sigo gritando... para que no me cambien a mí


Hoy dejaré dos textos…
¿Cuántos caminos nos quedan para llegar a la sensatez?
¿Qué debo hacer para que no me arrastre lo estúpido?

SOPLANDO EN EL VIENTO
¿Cuántos caminos debe un hombre andar
para que lo tengan por hombre?
¿Cuántos mares debe surcar una blanca paloma
para poder descansar en la arena?
¿Cuánto tiempo seguirán silbando las balas de cañón
antes de ser proscriptas para siempre?

La respuesta mi amigo, esta soplando en el viento.
La respuesta está soplando en el viento.

¿Cuántas veces ha de mirar un hombre hacia arriba
para poder ver el cielo?
¿Cuántos oídos tiene que tener un hombre
para oír los lamentos del pueblo?
¿Cuántas muertes más tendrá que haber
para que sepa que ha muerto demasiada gente?
¿Cuántos años puede existir una montaña
antes de ser arrastrada al mar?
¿Cuántos años puede vivir alguna gente
antes de que se les permita ser libres?
¿Cuántas veces puede un hombre volver la cabeza
pretendiendo ver lo que no ve?

La respuesta mi amigo, está soplando en el viento,
la respuesta está soplando en el viento.

Bob Dylan

Gritar para quedar a salvo... e incolume

Una vez llegó un profeta a una ciudad con el fin de convertir a sus habitantes. Al principio la gente le escuchaba cuando hablaba, pero poco a poco se fueron apartando, hasta que no hubo nadie que escuchara, las palabras del profeta.
Cierto día, un viajante le dijo al profeta: — «¿Por qué sigues predicando? ¿No ves que tu misión es imposible?».

Y el profeta le respondió:— «Al principio tenía la esperanza de poder cambiarlos. Pero si ahora sigo gritando es únicamente para que no me cambien ellos a mí».