martes, 19 de enero de 2010

La crítica despiadada

A veces o con frecuencia los humanos podemos ser despiadados al criticar a los demás, pero ¿por qué lo hacemos? Personalmente creo que existen cuatro razones principales que nos motivan: la proyección, la envidia , la intolerancia y la facilidad que tenemos de ocuparnos de lo que otros son o hacen antes que asear nuestra propia alma.
La proyección es cuando vemos nuestros defectos reflejados en el comportamiento del otro. Cuántas veces nos molestamos por una cierta actitud que nos recuerda lo que más odiamos de nosotros mismos. A veces nos llenamos de coraje por “algo” que nos molesta profundamente del otro y ese “algo” es lo mismo que no toleramos de nuestro propio comportamiento y –claro- es más fácil enojarse con el “otro” antes que reconocer esto.
La envidia, por otro lado, es la admiración mal encausada. Este sentimiento no se limita a desear algo que tiene otro; también, la envidia surge cuando “el otro” se atreve a ser de una manera determinada, a ser auténtico, o cuando hace algo de lo que no somos capaces. Cuántas personas no toleran recibir ayuda, son incapaces de aceptar la generosidad del otro por su propia imposibilidad de dar y lejos de agradecer la buena acción, se encargan de hablar mal.
A veces, motivados por la frustración de no ser o tener, buscamos hasta el mínimo defecto del otro para exhibirlo, eliminar el alta estima que los demás pudieran tenerle, perjudicar su buen nombre, DIFAMAR. En vez de reconocer esa admiración y aprender de quien es mejor, decidimos desprestigiarlo para ponernos por encima de él.
La tercer razón por la que optamos hablar mal del otro es la intolerancia. Y es que muchas veces nos molesta que las personas no sean o piensen como nosotros. Pareciera que nosotros, alejados de lo diferente, “buenos y normales”, nos disponemos a señalar al que no es o piensa como nosotros. Arrojamos miles de lanzas al que creemos que es peor, “derrotado”, “herido”, a quien quizás más nos necesite.
Dice un dicho “quiéreme cuando menos lo merezca, porque es cuando más lo necesito”, pero no, nos cebamos con quien creemos que por ser diferente es peor que nosotros.
Y luego está esa tendencia ociosa de ocuparnos de lo que son y hacen los demás… yo creo que simplemente es porque no queremos ocuparnos de nosotros mismos, es más fácil criticar que mirarnos en el espejo y tener que tratar de limpiar nuestras propias suciedades.