miércoles, 21 de enero de 2009

12 mil tambores…

Ha pasado mucho tiempo ya… 12 años, creo.
Decidimos ir a Burdeos a por un perro… allá nos fuimos, salimos un viernes a las 17:30 h, lo recuerdo porque era la hora de salir yo de clases.
Contaros que nuestro coche era como una casa en pequeño, hasta flores habíamos metido.
Al subir al coche lo primero que hice fue sacarme las botas y ponerme calcetines muy gordos y de lana, tomarme un zumo de naranja que mi marido acaba de hacer en casa.
Con música, charla y arrumacos llegamos a la provincia de Burgos y creímos que era hora de estirar las piernas y tomarnos un café, pero como vimos una tarta de manzana con muy buena pinta, pues …. Tres raciones pedimos, la tercero para compartir , fuimos al baño y nos fuimos, al entrar en el coche recibí un regalo… un perro peluche. Íbamos ya cansados , pero decidimos ir a dormir a Bilbao… Descansamos y nos levantamos temprano, desayunamos y salimos rumbo a San Sebastián(al día siguiente era la Tamborrada, de ahí lo del título de 12 mil tambores), pasamos la mañana disfrutando de la ciudad y dando un paseo pos La Concha, hacía frío y amenazaba lluvia… como a media mañana habíamos tomado algo sabroso y contundente decidimos seguir nuestro camino, comeríamos en Biarritz., que por cierto me ha parecido decadente y “señorial”; lo mejor, su mar.
El sábado dormimos a las afueras de Burdeos… yo, poco y mal, recuerdo que acabé de leer un libro y cubrí medio librito de autodefinidos, todavía no había descubierto los Sudokus.
Y llegó el momento… ver perros y la camada era tan preciosa que emocionaba, 7 Dogos Alemanes dorados, de dos meses, qué lindos!!! Y supe al momento el que yo quería, y menos mal que coincidimos mi marido y yo, porque si no fuese así estoy segura que nos veníamos con dos cachorros.
En el viaje de vuelta paramos tres veces, airearnos, estirar las piernas y presumir de perro, la última de las paradas ya fue en Galicia, concretamente en Meira, cenamos y nos reímos mucho. Hacía mucho frío.
Llegamos a casa a las dos de la madrugada y aunque al día siguiente teníamos que ir a trabajar nos pusimos a cepillar y a mimar a Mario, así se iba a llamar nuestro perro.
Os he resumido el viaje, pero ahora viene lo bueno, los sentimientos , las emociones y las sensaciones.
Que era un momento feliz de mi vida está claro, que estábamos un poco loc@s también. De lo pequeño hacíamos algo grande e inolvidable, disfrutábamos cada momento al máximo… era querernos, era cuidarnos, era permitirnos vivir la ilusión, era concedernos ciertos deseos, era la libertad de decir sí a lo que nos apetecía, era seguir soñando, era compartirnos, era risa, era emociones, era buscar tiempos, era buscar espacios, era soñar envejecer juntos, era… vida.
Del viaje también recuerdo algo malo, la inquietud y desconfianza que yo sentí en un momento cuando paseábamos por la zona antigua de San Sebastian… ese prejuicio que yo sentí me gustó tan poco que creí que era injusta y me prometí a mi misma no volverlo a sentir. Había dejado que toda la información que nos daban los medios de comunicación nacionales manipularan mis emociones y olvidara la realidad que yo estaba viviendo allí, la verdad, no me sentí nada digna. Hablamos del tema hasta que llegamos a Biarritz y poco a poco tranquilicé mi conciencia.
Quiero hablaros del objetivo del viaje, comprar un perro. Que dejó de ser un perro para ser Nuestro Perro, para ser Mario.
Era lindo por fuera y muy lindo por dentro, le faltaba hablar, pero no lo necesitaba, nos entendíamos. Después de la muerte de mi marido creo que era con el único que no podía disimular como estaba o lo que sentía, intentaba abrazarme cuando él creía que lo necesitaba, metía su enorme cabeza bajo mi axila para mostrarme que él sabía lo que yo sentía, Él ha sufrido la ausencia, hemos llorado juntos y cantidad de veces ha sido mi interlocutor silencioso… Nos mirábamos y él dependiendo de lo que viera en mis ojos respondía.
Bueno… Mario ya no está…y he sentido mucho dolor por su muerte y he dicho que nunca más tendría un perro.
No ha sido solamente la muerte de la mascota, ha sido la desaparición de un eslabón vivo de lo NUESTRO.