viernes, 2 de octubre de 2009

¿Qué logran los rencores?

Inquina, aversión, enemistad, animadversión, rencor, tirria, animosidad, antipatía, manía, ojeriza, odio, rabia, asco, malquerencia , saña, bilis…
Odios y rencores malos recuerdos son. Verterlos una y otra vez lo único que hacen es retratar a quien los lanza…
“ El proceso del rencor es sencillo, primero hace falta un disparador (un agravio, que puede ser real o imaginado) para desatar la respuesta emocional. Luego se produce la “rumiación”, que es como se llama en psicología a la evocación constante y a las cavilaciones irracionales que refuerzan la idea de victimismo . La tercera etapa es la hostilidad, o sea, el sentimiento agresivo y el deseo de revancha, que aparecen tras los pasos anteriores. Así se cuece una pasión capaz de desplazar del pensamiento a otros sentimientos e ideas y que, en casos extremos, se convierte en la única razón para vivir.
El rencor es un motor autosuficiente, crece como un tumor, se autoalimenta y echa su propia leña a su propio fuego. El mejor argumento para justificar el ejercicio de violencia es considerarse víctima y recordarlo constantemente; no se necesita más, y desmantelar esta falacia es difícil.
Los desencadenantes del resentimiento son muchos, aunque no siempre reales, y se engloban en estos tres, injusticia, vanidad o envidia. Sufrir la primera supone, en algunos casos, la aparición de un rencor justificado. Los casos en los que la sensación de brutal injusticia, cruenta o no, explica este encono son incontables: el comprador timado, el accionista estafado, el trabajador explotado, etc…
La herida de vanidad es otro de los desencadenantes. Un ridículo, una humillación o un desprecio son demoledores para el yo, aunque no sean actos delictivos. En la vida cotidiana, en el trabajo o en las clases se escuchan frases como “esta se la guardo” o “se va a acordar”, tras una agresión, mayor o menor contra el amor propio. La intensidad de la inquina no es proporcional a la realidad del agravio: este siempre es subjetivo y lo que a uno humille a otro puede dejarle indiferente; todo depende de los niveles de suspicacia o soberbia del que se siente ultrajado.
Un tercer desencadenante es la envidia. Los humanos nos comparamos sistemáticamente con los demás, y hay quien nunca está conforme con lo que tiene. Los envidiosos creen merecer lo que otras personas de su entorno poseen y sienten ojeriza hacia ellos por haber sido favorecidos por la fortuna.
Al margen de su origen, el rencor puede ser natural y comprensible, aunque nunca saludable.
Adquiere el rango de patología cuando el disparador no es en absoluto justificado, cuando la respuesta es desmedida o cuando la persistencia en el pensamiento va mucho más allá de lo normal. A veces, la causa resulta tan antígüa que ni se recuerda.
El rencor activo se transforma en venganza o en revancha, que es una venganza incruenta, pero puede resultar igual de dañina.
Una persona benevolente juzga las cosas de modo tolerante, comprensivo, sin buscar culpas ni atribuir malas intenciones al prójimo. El sujeto hostil, en cambio, adivina intenciones aviesas en los demás y las considera dirigidas contra sí mismo.
Cabe definir, pues, el rencor como una torpeza emocional.
La personalidad rencorosa es obsesiva, insegura y desconfiada, y mira más hacia atrás que hacia delante. Un carácter de este tipo experimenta una paradoja destructiva: al mismo tiempo que niega sus sentimientos los afirma; rechaza su culpa, pero afirma su deseo de revancha.
Al ser un sentimiento tan extendido cabe preguntarse de donde procede, si uno nace o se hace rencoroso.
Quizá ciertos rasgos de la personalidad hostil sean congénitos, pero más bien tiene que ver con la moral y se adquiere en el devenir de la existencia. La familia, la escuela, la religión y desde luego, las experiencias vitales influyen en forjar un temperamento revanchista o compasivo. “.-
(Extracto de un artículo publicado en Muy Interesante ,Noviembre, 2008)

La verdad es que cuando se mira en internet el comportamiento de algunas personas no puedes dejar de identificarlas en este análisis del rencor y es que cada vez más el odio en internet se está convirtiendo en algo habitual …Y no sé yo si soluciona algo, creo que no merece la pena.