A veces nos cuesta aprender, tardamos en darnos cuenta que la otra posibilidad estaba ahí desde el principio, pero… quizás, tan solo quizás… antes de darnos cuenta tenemos que explorar otras rutas, aprender otras cosas para poder llegar a lo sencillo, a lo fundamental…
Quizás para valorar la luz antes tuvimos que estar en la oscuridad…
Quizás para llegar al origen, antes tuvimos que pelar las duras capas de la cebolla que nos sentíamos ser…
Quizás lo evidente para mi, no es lo evidente para ti, ni para él, ni para ella, ni para vosotros…
Quizás cada un@ va a un ritmo distinto… y hay que esperar o simplemente acompañar…
Quizás los puentes que se levantan no siempre son para el encuentro…
Quizás … y solo quizás… las arenas del camino hacen diferentes daños a los distintos pies…
Quizás hacemos de nuestra propiedad lo que nunca será… o simplemente no debería ser…
Quizás queramos para el otro un “yo quiero ser”… y olvidemos que para el otro tendría que ser “lo que él quiera ser”…
Hay tantos quizás para poder llegar…
y hay tantos debería ser…
y hay tantos caminos por caminar…
y hay tantos caminos para dejar de andar…
…
Hay un darse cuenta que a veces tarda, y a veces ni llega.
Os dejo un itinerario... es de Jorge Bucay
DARSE CUENTA
Me levanto una mañana,
salgo de mi casa,
hay un pozo en la vereda,
no lo veo,
y me caigo en él.
Día siguiente…
salgo de mi casa,
me olvido que hay un pozo en la vereda,
y vuelvo a caer en él.
Tercer día,
salgo de mi casa tratando de acordarme
que hay un pozo en la vereda,
sin embargo,
no lo recuerdo,
y caigo en él.
Cuarto día,
salgo de mi casa tratando de acordarme
del pozo en la vereda,
lo recuerdo,
y no veo el pozo
y caigo en él.
Quinto día,
salgo de mi casa,
recuerdo que tengo que tener presente
el pozo en la vereda
y camino mirando el piso,
y lo veo
y a pesar de verlo,
caigo en él.
Sexto día,
salgo de mi casa,
recuerdo el pozo en la vereda,
voy buscándolo con la vista,
lo veo,
intento saltarlo,
y caigo en él.
Séptimo día,
salgo de mi casa,
veo el pozo,
tomo carrera,
salto, rozo con las puntas de mis pies el borde del otro lado,
pero no es suficiente y, caigo en él.
Octavo día,
salgo de mi casa,
veo el pozo,
tomo carrera,
salto,
¡llego al otro lado!
Me siento tan orgulloso de haberlo conseguido,
que festejo dando saltos de alegría…
Y al hacerlo, caigo otra vez en el pozo.
Noveno día,
salgo de mi casa,
veo el pozo,
tomo carrera,
salto,
y sigo mi camino.
Décimo día,
me doy cuenta
recién hoy
que es más cómodo
caminar…
por la vereda de enfrente
Quizás para valorar la luz antes tuvimos que estar en la oscuridad…
Quizás para llegar al origen, antes tuvimos que pelar las duras capas de la cebolla que nos sentíamos ser…
Quizás lo evidente para mi, no es lo evidente para ti, ni para él, ni para ella, ni para vosotros…
Quizás cada un@ va a un ritmo distinto… y hay que esperar o simplemente acompañar…
Quizás los puentes que se levantan no siempre son para el encuentro…
Quizás … y solo quizás… las arenas del camino hacen diferentes daños a los distintos pies…
Quizás hacemos de nuestra propiedad lo que nunca será… o simplemente no debería ser…
Quizás queramos para el otro un “yo quiero ser”… y olvidemos que para el otro tendría que ser “lo que él quiera ser”…
Hay tantos quizás para poder llegar…
y hay tantos debería ser…
y hay tantos caminos por caminar…
y hay tantos caminos para dejar de andar…
…
Hay un darse cuenta que a veces tarda, y a veces ni llega.
Os dejo un itinerario... es de Jorge Bucay
DARSE CUENTA
Me levanto una mañana,
salgo de mi casa,
hay un pozo en la vereda,
no lo veo,
y me caigo en él.
Día siguiente…
salgo de mi casa,
me olvido que hay un pozo en la vereda,
y vuelvo a caer en él.
Tercer día,
salgo de mi casa tratando de acordarme
que hay un pozo en la vereda,
sin embargo,
no lo recuerdo,
y caigo en él.
Cuarto día,
salgo de mi casa tratando de acordarme
del pozo en la vereda,
lo recuerdo,
y no veo el pozo
y caigo en él.
Quinto día,
salgo de mi casa,
recuerdo que tengo que tener presente
el pozo en la vereda
y camino mirando el piso,
y lo veo
y a pesar de verlo,
caigo en él.
Sexto día,
salgo de mi casa,
recuerdo el pozo en la vereda,
voy buscándolo con la vista,
lo veo,
intento saltarlo,
y caigo en él.
Séptimo día,
salgo de mi casa,
veo el pozo,
tomo carrera,
salto, rozo con las puntas de mis pies el borde del otro lado,
pero no es suficiente y, caigo en él.
Octavo día,
salgo de mi casa,
veo el pozo,
tomo carrera,
salto,
¡llego al otro lado!
Me siento tan orgulloso de haberlo conseguido,
que festejo dando saltos de alegría…
Y al hacerlo, caigo otra vez en el pozo.
Noveno día,
salgo de mi casa,
veo el pozo,
tomo carrera,
salto,
y sigo mi camino.
Décimo día,
me doy cuenta
recién hoy
que es más cómodo
caminar…
por la vereda de enfrente
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