sábado, 29 de agosto de 2009

El engaño y sus consecuencias...

Realmente, ¿quién engaña? ¿Sólo el mentiroso...?
Engaña el que falta a la verdad, engaña el que saca frases de contexto, engaña el que da información a medias, engaña el que calla cuando debería hablar, engaña el que traiciona la confianza de sus amigos o seres queridos, engaña el que quiere aparentar lo que no es, engaña el que no asume las consecuencias de sus actos, engaña el desleal…
El engaño tiene muchos fines y objetivos. Unos “buenos” y otros no tan buenos. Cuando queremos conseguir algo a través del engaño, debemos valorar la trascendencia de nuestros actos y las consecuencias que puede acarrear el hecho de ser descubiertos.
Pero debemos tener en cuenta que la escala de valores casi nunca coincide con la de los demás y corremos el riesgo de equivocarnos al valorar las consecuencias.
Además el engaño puede provocar adicción. Como vemos que funciona, lo volvemos a utilizar una y otra vez. Estadísticamente el riesgo de que no nos crean va aumentando. Y es que se puede engañar siempre a unos pocos, se puede engañar a veces a todo el mundo, pero NO SE PUEDE ENGAÑAR SIEMPRE A TODO EL MUNDO. Tarde o temprano se nos verá el plumero y perderemos la confianza de alguien: familiar, amigo, compañero, vecino, etc...
No hay peor medalla que la de la “no es de fiar”… porque acabará llegando la soledad emocional, de nosotros depende.
Hay medallas que dan muchas más satisfacciones y son las de : LEALTAD, HONESTIDAD y SINCERIDAD

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