miércoles, 16 de septiembre de 2009

Ayer, hoy y seguramente mañana, la prostitución y la hipocresía…

En el Raval de Barcelona, en el centro de Madrid, en medio de frutales y en tantos otros lugares las prostitutas molestan, la policía hace redadas y hasta un alcalde rocía con pesticidas el camino rural…
Nadie quiere ver prostitutas en su barrio… pero eso sí, somos muy democráticos, y no estamos en contra la prostitución, cada uno que haga lo que quiera, hay libertad; si quieren ser prostitutas, allá ellas, pero que no se coloquen en mi calle, que las lleven a las afueras, o que estén cerradas en prostíbulos, o lo que sea…
Mucha gente, quizás incluso a muchos de los que protestan por la presencia de las prostitutas en su barrio o zona, no les parece mal que haya mujeres que tengan que vender su cuerpo para sobrevivir- según las encuestas tan sólo el 5% la practican voluntariamente- y hombres que se aprovechan de esa para satisfacer a bajo coste sus deseos. De eso pasamos, nos trae sin cuidado, lo que no aguantamos es el ambiente sórdido en el que ellas viven y no queremos ni verlo, ni que nos roce, no queremos ser vecinos de prostitutas…
Pero señores, esa sordidez es la realidad de la prostitución. La solución no es encerrarlas en las afueras, ni en prostíbulos…
Una prostituta siempre será una mujer marginada e indefensa tal y como están las cosas… una víctima.
La solución está en perseguir a las mafias que trafican con mujeres, en castigar al prostituídor, en perseguir al cliente y en buscar un trabajo digno para esas mujeres. Pero en momentos de crisis eso también es una utopía.
Legalizar y regular la prostitución mejoraría sus condiciones de vida no?
Lo que se está haciendo con esas mujeres es cambiarlas de sitio para evitar que la realidad les entre por los ojos a los que no quieren verla.
Yo… es lo que opino…

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